El Alivio de Una Confesión
Es impresionante lo aliviada que te sientes luego de confesar algo que durante días, meses o años te tuvo angustiada o preocupada o algo que simplemente era una tarea pendiente en tu lista de quehaceres.
Ese momento en el que le cuentas a tu confidente algo que querías decir hace mucho y que una vez que aquellas palabras salen de tu boca, sientes que te has levantado una enorme carga de encima.
A veces son tonteras y otras veces son cosas que realmente lo cambian todo. Por ejemplo yo luego de muchos años fui capaz de confesarle a una amiga del colegio que aquella vez que me atacaron todas mis compañeras para hacerme cosquillas y una de ellas terminó con la nariz sangrando, había sido por mi culpa. Y no por culpa de otra amiga haha. Fue una tontera porque incluso mi amiga la «culpable» realmente pensó que había sido ella. Y eso a mi obvio que me hizo sentir mucho más aliviada.
Bueno resulta que hoy tuve que confesarle algo a alguien y ahora me siento MIL veces más aliviada. Porque eran muchas cosas que quería decirle a esa persona y que sabía que probablemente se las iba a tomar mal, pero nada que hacer. Creo que tomé la decisión correcta y siento que me quité un peso de encima. Que rico se siente estar así.
La verdad es que hay muy pocas cosas que he tenido que confesar luego de guardármelas para mi, porque generalmente nunca me guardo nada y prefiero ser directa. Pero a veces prefiero decir algo en otro momento….lo postergo y así va pasando el tiempo. Apuesto que a ustedes les pasa lo mismo a veces. Que horror, espero no hacerlo más porque agota haha.
Así que de ahora en adelante me comprometo a no hacer eso nunca más, porque aunque la verdad duela….siempre es bueno decirla. Y las confesiones son siempre necesarias para sentirnos mejor con nosotras mismas y ser honestas con el resto.
Esa fue mi reflexión del día.