Ser el Alma de la Fiesta
Sócrates una vez dijo: «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad». No, mentira, ese fue Tío Ben, en Spiderman, ¿se acuerdan? Bueno, resulta que tenía razón. Cuando eres el lider innato, todos esperan que te hagas cargo de la situación, cuando eres el genio matemático, todos esperan que resuelvas un problema y cuando eres un gran artista, todos esperan que seas el de las ideas más creativas. Bueno, yo tengo un poder mucho más útil e importante que todos esos: soy el alma de la fiesta. Y es una enorme responsabilidad.
Todo partió en mis primeros carretes, 13 años, fiestas de cumpleaños hasta las 12:30 am, papas fritas, coca-cola y mucho Britney. Ahí estaba yo, bailando sin parar hasta que dijeran «ya se acabó, los vinieron a buscar sus papás». Después una crece y le dan permiso hasta más tarde y descubre las discotheques, a ver, ¿cómo explico lo que siento por las discos? son como mi templo, el mejor lugar donde estar un jueves, viernes, sábado, incluso un domingo, miércoles o en verdad todos los días pasada la 1:00 am. Para mi un carrete no es carrete si no involucra ir a una disco o hacer una fiesta mega prendida en casa, con baile all night long.
Se me ocurrió hacer este post porque el sábado tenía un cumpleaños en Chillán, mi ciudad no natal, pero donde crecí y fui al colegio.Uno de mis mejores amigos del colegio estaba de cumpleaños y lo celebraba ese día. Día en que hubo un temporal cuático, de más de 100 km por hora, se cayeron árboles, postes de luz, incluso en mi casa se salió una canaleta y lo peor es que nos quedamos sin luz como desde las 14:00 a 17:00 hrs. Terrible estar sin luz! tuve que ponerme a pensar.
Bueno, decepcionada asumí que el cumpleaños se iba a suspender, pero no! Mi amigo Gonzalo, tan prendido como siempre, dijo que iba igual. Por lo que tuve que sacarme el pijama, ducharme e invertir unas cuantas horas en arreglarme, cosa que me encanta. Llegó mi mejor amiga la Cona, le pinté las uñas, nos maquillamos y salimos regias, agradeciendo que en ese momento no estaba lloviendo mucho.
Al llegar al cumple, tipo 22.45 hrs (tempranísimo para mi), me encontré con la casa de mi amigo LLENA, y yo que tenía lata de llegar de las primeras, porque obvio, eso no es top y no puedo darme el lujo de ser anti top. Anyway, ahí estábamos con mi amiga, con regalo en mano y un mango sour light, lo sé, se preguntarán por qué no me lleve una promo de piscola. Resulta que ese día le había dicho a mi amiga «oye, esta noche quiero tomar muy piola, llevemos algo suave», ella tan linda me dijo que bueno.
Saludé a todos los compañeros de U de mi amigo, que para sorpresa mía, muchas compañeras se acordaban de mi, onda….mucho, demasiado. Y eso obvio que a mi me subió el ego todo el rato, verlas emocionadas por verme y robarle el protagonismo al cumpleañero con mis uñas top y mi pelo rubio y más maquillada que las paredes de toda la casa. Regiaaaaa po.
Me tomé mi primera copita de mango sour y estaba muy tranquila, sentada al lado de mi amigo cumpleañero que dice que estaba feliz que al fin haya llegado y le dice a los hombres que yo era de la que tanto el y sus compañeras les habían hablado «el alma de la fiesta». WOW. ¿Ven? Cómo no va a ser una gran responsabilidad! Más encima se lo dijo a los hombres….tenía que demostrarles que lo que se decía de mi era cierto, porque por la cara que pusieron al parecer les dijeron algo más que referirse a mi como el alma de la fiesta, no quise saber qué más les dijeron, pero algo en como se miraban entre todos me hacía pensar que tenía que dejar de sonreír y de tomar mango sour, había que entrar en acción.
¿Que hace una en estos casos? Se integra, rompe el hielo. Así que partí altiro llamando al resto por sus apodos, haciendo rondas de preguntas (en serio, como una entrevista), tomando el control de la conversación y atrayendo la atención hacia mi, ósea, hacia mis preguntas…perdón, me desconcentré un poco. Estaba todo bien y sentía que podía estar completamente sobria y ser el centro de atención. Podíamos conversar, conocernos y reír.
Hasta que frente a mi pasa no solo una, si no que DOS botellas de vodka. Y con sabor, y no cualquier sabor, limón y berries. ¿Que creen que hice? Obvio, que como la persona educada y decente que soy, acepté que me hagan un vodka tónica, hubieran visto como me tiritaba la mano mientras lentamente le ponían los hielos al vaso, echaban vodka, abrían la bebida, la vertían en el vaso….sentía como si lo hicieran en cámara lenta, a propósito, un crimen.
Y antes de darme cuenta terminé hablando con todo el mundo, mejorando los juegos que tenían, como por ejemplo la pirámide. ¿Han jugado a la pirámide? Esa que es con cartas y todos tienen como 3 cartas (no recuerdo, porque odio jugar cartas) y se saca una carta, como por ejemplo la «J» y todos los que tienen esa carta toman, algo así. Bueno, la versión mejorada es tirar las cartas y decirle que si a todo. Tienes todas las cartas, tomas todas las veces.
Luego para animar más la cosa los hice jugar a reventar globos en pareja y tomar al seco. Lo mejor es que a la animadora nadie la cuestiona o le pide que haga lo mismo, pero como soy el alma de la fiesta lo hice igual.
En conclusión, cumplí con mi responsabilidad, aunque claro, el poder no solo conlleva responsabilidades, si no que también consecuencias. Consecuencias como llegar a tu casa a las 7.30 am, morir de sed todo el día y sentir como si te hubieran tirado por una escalera la noche anterior. Pero el hecho de haber hecho a esos niños tan felices y recordar sus sonrisas borrosas hace que me alegre de haber cumplido con mi trabajo.
Y es que claro, todas tenemos un rol en los carretes, está la amiga que te agarra el celular cuando sale volando porque bailaste desenfrenadamente, está el amigo que te quita el vaso y el que te lo llena, el que celebra todas tus gracias y el que te juzga con la mirada. Yo ya les dije cual soy yo, ahora díganme ¿cuál son ustedes?